Solomorne Anthar, campeón de la Lex Imperialis
Los xenos y los esbirros del Caos no son las únicas amenazas para la Humanidad en el despiadado universo del 41.º milenio. Incluso entre los humanos hay muchos que atacarían el poder del Imperium desde dentro. Pero da igual si el criminal se deja motivar por el ánimo de lucro o por la herejía que es la compasión, el resultado es el mismo. La justicia es implacable y cualquier intervención del Adeptus Arbites termina en una sentencia rápida y una ejecución inmediata.
El Arbites no se deja sobornar, intimidar ni conmover por súplicas lastimeras. Dedican sus vidas al servicio de la Lex Imperialis, un código de leyes que se remonta a los decretos del mismísimo emperador. Sus plegarias son antiguos códices, y su deber cobrar el diezmo que alimenta la maquinaria de guerra del Imperium en sus innumerables frentes, además de ocuparse de cualquiera que lo haga peligrar. Todo miembro del Adeptus Arbites ha atravesado un entrenamiento riguroso en la Schola Progenium y tiene acceso al mejor armamento, incluyendo potentes escopetas, pesados escudos y mortíferos familiares cibernéticos. Su nombre es sinónimo del miedo a la ley del Imperium y su presencia augura un juicio rápido y un castigo severo.
Solomorne Anthar es el epítome de esta implacable justicia, que no se puede disuadir ni frustrar con riqueza ni con títulos altisonantes. Años de servicio lo han despojado de toda cualidad humana, ya que el deber exige un compromiso absoluto. Solo una criatura se ha ganado el afecto del Procurador: Glaito el cibermastín, un arma viva de la Lex Imperialis y el compañero más fiel.
Para Solomorne, el mundo es sencillo y claro. Todo debe someterse al orden establecido por el Dios Emperador y no hay excusas ni compasión para los infractores de la Lex Imperialis. Ningún sacrificio es demasiado grande para hacer cumplir la ley, y solo la autoridad de la sagrada Patente puede doblegar al Arbitrator. Pero incluso en la Extensión de Koronus, donde el crimen abunda y el Adeptus Arbites carece de personal y recursos, Solomorne está dispuesto a hacer cumplir la ley mientras viva.
Sin embargo, hasta los principios más firmes pueden resquebrajarse si tienen algún defecto. La Extensión de Koronus, asediada por los enemigos de la Humanidad y repleta de contradicciones y secretos terribles, será el catalizador que lleve a Solomorne al límite de sus fuerzas... y le obligue a demostrar lo fuerte que es su fe en la Lex Imperialis.
