Ingenios daemónicos

June 22, 2023

«Furia daemónica encerrada en el armazón de una bestia metálica vagando por la galaxia. Dime, mortal: ¿alguna vez has visto algo tan glorioso?».

Herrero disforme Vhostokh, Azote de Diesos

Una multitud de peligros aguarda a quienes atraviesan la Extensión de Koronus. Las creaciones del Caos son de los más terribles, y los ingenios daemónicos destacan incluso entre ellas.

Los ingenios daemónicos son gigantescas máquinas de guerra que acechan con extremidades impulsadas por pistones. Comparar un ingenio daemónico con un vehículo corriente es ridículo, pues cada una de estas bestias cuenta con una inteligencia malévola autónoma en lugar de tripulación. En el interior del metal marcado por la batalla se encuentra la esencia de una entidad pura de la disformidad, atrapada en un cuerpo indómito y convertida en un arma para servir a las fuerzas del Caos.

El Imperium no posee mucha información sobre los orígenes de esta afrenta a la cordura. Incluso entre los sirvientes del Caos, muy pocos saben cómo crear a estas abominaciones. Más allá de las forjas del alma del Inmaterio, se ata a las criaturas de la disformidad con sogas tejidas con el pelo de asesinos o con cadenas de huesos tallados. Después, se arrastra a estos daemons cautivos a las ciudadelas llameantes del Mecanicum Oscuro. En el calor abrasador de las forjas, los herreros disformes los encierran en el metal rúnico de las abominaciones gigantes que han creado. Es necesario doblegar a las entidades a martillazos, entre aullidos, hasta que llega el momento de la batalla. Una quincena de esclavos máquina mueren durante la creación de cada bestia: un precio muy pequeño por el poder de estos monstruos.

Como fieras titánicas, los ingenios daemónicos corren por el campo de batalla para descuartizar a la presa de sus amos. Ya sean Diablos Despedazadores con tentáculos como látigos o pesados Diablos de la Forja con cañones en las fauces, las valiosas mascotas de los herreros disformes obedecen todas sus órdenes con una brutalidad instantánea. Estas máquinas de guerra daemónicas no se envían al combate sin meditación previa, pues son un recurso muy preciado. Normalmente, los herreros disformes envían a sus siervos bestiales a recuperar artefactos vitales para aumentar su poder o a aniquilar a un enemigo o rival cuya existencia no pueda seguir tolerándose. Con el olor del alma de su desdichada víctima, los ingenios daemónicos recorren el campo de batalla con una determinación inquebrantable hasta que su víctima queda reducida a jirones ensangrentados.

Diablos de la Forja y Diablos Despedazadores

El Diablo de la Forja se diseñó originalmente para exterminar a las fuerzas enemigas desde la distancia. Con forma de centauro, el torso de este ingenio daemónico cuenta con dos monturas de arma para parodias infernales del equipamiento imperial. Las más comunes son un par de cañones automáticos Hades en lugar de brazos; un conjunto de armas rotatorias que les permite masacrar a oleadas de tropas enemigas e incluso vehículos con blindaje ligero con insultante facilidad.

Cuando se forja un ingenio daemónico en las ciudadelas de la disformidad, parte del fuego que arde en ellas se transfiere al corazón del propio ingenio. Este horno con olor a azufre es lo que impulsa los movimientos mecánicos del ingenio, y también es la fuente de las perversas energías que vierte contra sus enemigos. El Diablo de la Forja no dispara simples balas, sino cargas de fósforo abrasador que genera desde los cables enmarañados que se retuercen en su interior. Unos conductos intestinales ocultos introducen munición de gran calibre mancillada por el fuego daemónico en la recámara de cada uno de los cañones automáticos. Un Diablo de la Forja devora metal con la misma facilidad que carne. Si está bien alimentado, puede disparar su abrasadora andanada durante varios minutos antes de parar para cebarse, introduciendo más materia prima en sus alimentadores internos.

Las energías latientes del horno de un Diablo de la Forja no siempre se usan para producir munición sólida. Algunos usan armamento de plasma con montura flexible. Son armas tan grandes que encajarían más en una aeronave ligera que en un vehículo terrestre. Las bestias daemónicas que el Imperium designa como Cerberitas emplean tres de estos cañones de ectoplasma: uno montado en cada extremidad armada y el tercero sobresale de las fauces. Estos cañones fueron preciados artefactos previos a la Herejía, pero los herreros disformes los han pervertido para crear algo mucho peor. Las energías abrasadoras que brotan de estas bestias con boca de gárgola de las que gotea fuego infernal son una combinación de plasma y ectoplasma ardiente salido directamente del corazón mancillado del Diablo de la Forja.

Los ingenios daemónicos conocidos como Diablos Despedazadores avanzan hacia el enemigo de forma atronadora como si fueran perros de ataque sueltos. En sus ojos arde un fuego vil y de sus fauces llenas de colmillos rezuma ectoplasma. Sus gruesas extremidades frontales terminan en zarpas articuladas capaces de despedazar a un Dreadnought. Si se encuentran con un escuadrón de infantería, descuartizarán o harán papilla a sus integrantes con solo un gesto de sus garras.

Los Diablos Despedazadores, también conocidos como acechadores o escaladores, son lo bastante fuertes y ágiles como para escalar muros lisos. Cuando uno de estos ingenios daemónicos detecta con sus conductos olfativos a una presa, ya no hay escapatoria posible. Si un solo Diablo Despedazador llega a las murallas de una fortificación enemiga, recorrerá sus superficies verticales dando golpecitos con sus garras-pinzas antes de arrancar una gran sección y entrar por la fuerza. Dada su utilidad en los asedios, los Diablos Despedazadores son muy comunes en las forjas de los herreros disformes de los Guerreros de Hierro. Hasta la fortaleza más firme del Imperium se sumirá en un silencio sepulcral después de que un Diablo Despedazador atraviese sus muros y se dé un banquete con la carne del interior.

Bruto Infernal

Los Brutos Infernales son retorcidas parodias de los Dreadnoughts de los Marines Espaciales que fueron y combinan la potencia de fuego de un tanque pequeño con una mente desquiciada. En el pecho acorazado de cada Bruto Infernal hay un ser vivo: un Marine Espacial del Caos enloquecido por el interminable ciclo de la guerra.

Cada Bruto Infernal tiene como piloto a un guerrero que ha sufrido daños catastróficos en combate. Se introduce al guerrero herido en un sarcófago amniótico en el corazón de la unidad que se conecta mediante implantes del sistema nervioso y unidades de impulsos mentales a los controles de la máquina de guerra. Sin embargo, donde los miembros fieles del Adeptus Astartes consideran un honor poder servir eternamente a su Capítulo en forma de Dreadnought, los Marines Espaciales del Caos consideran que ese destino es poco más que la muerte en vida, un castigo tortuoso, una burla de los Dioses Oscuros. Aborrecen la idea de esa media vida encerrada en un útero lóbrego sin salida en el que ya no pueden disfrutar de la imagen de la batalla con sus propios ojos ni sentir el retroceso del bólter en su mano. Para ellos, morir y acabar en el Torbellino de la disformidad sería preferible a una eternidad encerrados en un caparazón de adamantio.

Como consecuencia, la mayoría de los Brutos Infernales sufren de psicosis incluso antes de que la disformidad funda el metal de su prisión con la carne que alberga. Una demencia cada vez mayor, mezclada con la desesperación y la furia, corroe sus mentes durante milenios. Entre batalla y batalla, el sarcófago que contiene al piloto se desconecta y se arranca de su caparazón acorazado, dejándolo furioso e inerte en la oscuridad. Cada Bruto Infernal está encadenado cuando no está luchando por si algún resquicio del alma del piloto le provocara una furia incontrolable. Conforme las naves de una flota de Marines Espaciales del Caos se acercan a su presa, preparan y cargan las armas pesadas del Bruto Infernal, ungen sus flagelos de energías y sus puños con sangre fresca e instalan el sarcófago. La locura del Marine Espacial del Caos se intensifica al despertar de su letargo. Cuando los guerreros de la flota aterrizan, sueltan al Bruto Infernal, convertido en una bestia desquiciada hecha de carne y metal y dispuesta a desatar su ira contra todo lo que se interponga.

Profanadores

Los Profanadores son bestias de guerra colosales, el doble de grandes que los otros ingenios daemónicos y el doble de malhumorados. La tierra se estremece y se derrite con el paso de sus seis gigantescas patas articuladas y sus brazos-tenaza que no paran de intentar cortar el aire, esperando impacientes el momento de rebanar algo de carne caliente. El cuerpo del Profanador, similar en forma al de un cangrejo, lleva una amplia gama de armas letales, desde cañones automáticos Segador hasta ristras de misiles devastadores. Sin embargo, el cañón de batalla montado en la torreta pectoral es sin duda su arma más peligrosa. Cada obús forjado en el infierno que brota de su boca puede dejar a un escuadrón de Marines Espaciales fuera de combate con un solo estallido que hace temblar la tierra.

Los enemigos suficientemente afortunados como para sobrevivir a las salvas de un Profanador deben después hacer frente a su furia a corta distancia. Cuenta con garras impulsadas por pistones que agarran y aplastan al enemigo y con hojas de sierra y flagelos montados en extremidades articuladas. El Profanador embiste al enemigo, aplastándolo y pulverizándolo, aniquilando así toda resistencia. El gruñido del metal ahoga los gritos de los heridos y moribundos. A su paso por las fuerzas enemigas, deja una estela roja formada por los cadáveres pisoteados y las extremidades cercenadas.

Como muchas de las creaciones de los herreros disformes, el Profanador se mueve por un daemon del Caos atado a su interior. Cuando la ira inmortal de esta criatura despierta, el Profanador avanza acompañado del traqueteo de sus patas metálicas para sembrar la muerte y la destrucción con sus armas. El Profanador se deleita con la batalla, pues solo allí puede disfrutar del júbilo de la masacre. Una vez los endebles siervos del Dios Cadáver hayan sido aplastados, el Profanador volverá a ser atado con cadenas rúnicas por sus amos y arrastrado al siseo de la forja hasta que vuelva a ser necesario.

Los meros nombres de estas malvadas máquinas bastan para inspirar horror y repugnancia a los hombres. Lord Capitán, hemos visto que en un futuro te enfrentarás a estas abominaciones del Caos. Y triunfarás... esperamos.

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